CRISIS

El miedo a no volver a ver a sus padres, la inseguridad de sentirse sol frente a un ambiente extraño y, a veces, hostil, las dificultades por adaptarse a una disciplina son, entre otro, los problemas más graves con que se enfrenta el niño al iniciarse en la vida escolar.

Los complejos, ya aparecidos en el periodo anterior, alcanzan ahora su máximo apogeo, en especial los relacionados con la escuela.Pueden ocasionar al niño graves problemas psicologicos.La aceptación o rechazo de la escuela condiciona su vida futura y puede ser origen de un bajo rendimiento escolar.

El niño retrasado adquiere conciencia de sus limitaciones y, si se le coloca junto con otros retasados, en los últimos lugares de la clase, la situación se agrava, ya que oirá menos las explicaciones del profesor y tendrá más posibilidades de distracción.El grupo también de gran importancia a los defectos físicos. Un niño bajito o demasiado alto en comparación con sus compañeros tendrá problemas, al igual que si tiene dificultades de lenguaje. Al niño ti,ido le cuesta mucho relacionarse con el grupo y no sabrá reaccionar ante cualquier dificultad.

En todas estas situaciones los padres deben contribuir a dar seguridad al chico y favorecer su relación con los demás. Si el problema es importante se debe acudir al especialista, que aconsejará la manera más adecuada de proceder.

La fantasía. A esta edad el niño se escapa a veces de la realidad, se refugia en su fantasía y vive en su propio mundo. Los mayores no deben obligarle a contar sus pensamientos, porque los considera como algo propio y son fruto de sus deseos inconscientes. El problema surge cuando el niño utiliza su fantasía para escapar de la realidad y de las dificultades.

El niño debe ser capaz de distinguir entre fantasía y realidad.

Puede decir alguna mentira, pero mentir con frecuencia puede revelar la existencia de algún problema. Se ha comprobado, por ejemplo, que las mentiras del niño aumentan con la severidad del adulto con el que se relaciona.

Obsesiones y fijaciones. El niño excesivamente obsesivo, por ejemplo, el niño que necesita un ritual a la hora de despedirse para ir al colegio, señala la debilidad de sus puntos de referencia. Le falta seguridad. El chico que tiene que lavarse las manos diez veces, o aquel que lleva la manía del orden hasta el punto de no jugar porque tiene miedo a que se le estropeen los juguetes, reflejan la rigidez del ambiente en que viven. Carecen de seguridad y necesitan la orientación del especialista.

 

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