CONDUCTAS ANTISOCIALES.

La delincuencia juvenil es un fenómeno en el que inciden ante factores ambientales y sociales que factores psicológicos y, aunque algunos casos estos cobren especial relevancia, con abundancia de rasgos psicopáticos en seguridad en la personalidad, debe ser considerado como un trastorno de conducta. Indudablemente, el carácter antisocial que muestran la mayoría de los delincuentes juveniles está en estrecha relación con el rechazo de la identificación con los valores sociales y, ultimo termino, de la interiorización de las figuras parentales, descubriéndose una vez más, en estos aspectos, la importancia de los vínculos conflictivos que el adolescente haya podido establecer en su infancia con la madre y posteriormente con el padre.

Son sin embargo el vagabundeo, la desocupación, la desmembración familiar, la extremada pobreza, el entorno delictivo y el problema del paro, los que en mayor medida generan o inducen al adolescente a llevar a cabo conductas delictivas pues, el móvil psicológico principal, el rechazo y la transgresión de la ley, puede ser satisfecho de muchas otras maneras que no implican conductas palmariamente antisociales como las que caracterizan al delincuentes; es decir, que la ley puede ser simbólicamente transgredida, lo que basta para satisfacer la necesidad del rechazo que muestra el adolescente, sin llegar a ser realmente infringida.

Las alternativas y soluciones que la sociedad pueda aportar para mejorar las condiciones sociales y ambientales del entorno vital del delincuente juvenil, serán, en definitiva, las que llegarán a conseguir una disminución en la incidencia de esta fenómeno.

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