EL CONFLICTO EDÍPICO

El conflicto nace cuando el niño observa que s padre, al que envidia y con el que ahora compite, está unido a su madre en una relación semejante a la que ha tenido con ella. Los sentimientos del niño aún son absolutos y, por eso, compartir la madre con s padre representa perderla. Este choque es algo terrible, ya que su proceso de separación aún no esa concluido y perderla equivale a perderse el mismo.

Es corriente, entonces, la aparición de enuresis en niños que controlaban su orina. Con esto intentan reclamar la atención sobre sí. También puede aparecer trastornos del sueño que suponen un intento de ir a la cama de los padres, e incluso de colocarse en medio de ellos si el niño consigue su propósito.

El niño comprende que o tiene nada que hacer en su lucha por la madre contra el padre. Éste es mayor, más fuerte y demás su madre le hace caso. La crisis es clara y la solución está en lo que se llama la sustitución del principio del placer por el principio de realidad.

El niño tiene miedo de perder a su madre a causa del enfrentamiento con su padre. A veces teme perder sus atributos masculinos, es decir que surge en él el temor a la castración. Este miedo conduce a la identificación con el padre, y acepta poco a poco compartir con otros el cariño de su madre.

Por la ansiedad suplementaria que puede provocar en el niño insistimos en lo nefasto de las amenazas o bromas de los adultos referente al pene. Frases como "se te caerá el pene" o "te cortaran la colita". Inciden negativamente en la afirmación de s personalidad. No importa que el niño se toque mucho los genitales o juegue a médicos. Tales conductas so fruto de la curiosidad y no implican depravación o perversidad.

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