EL DESARROLLO AFECTIVO

 

Ya hemos dicho que el niño tarda dos meses en sonreír y en reconocer a la madre, a la que dedica su primera sonrisa. Pero no podemos afirmar que reconoce al padre hasta los cuatro o cinco meses e incluso a esta edad le confundirá a menudo con personas que se le parezcan.

El niño pronto aprende a manejar la sonrisa como una marear de comunicarse. Primero sabe reír cuando se le mira y después se ríe para que se le mire, como queriendo demostrar que corresponde al cariño que se le da.

A los cinco meses se ríe delante del espejo y pronto consigue reconocerse en el. A los seis meses distingue a los extraños y a los ocho meses se asusta ante los desconocidos.

A veces llora por hambre o porque le duele algo, pero otras llora para que se le haga caso. Su llanto es una forma de hablar y de manifestar sus emociones.

Para un niño de tres meses, el biberón visto de lado y el biberón visto de frente son dos cosas diferentes que no tienen relación entre sí. Por ello es conveniente que a los niños de corta edad no se les atosigue con juguetes o elementos diversos, sino que se les debe dar pocas cosas para que las manejen mucho y las vayan reconociendo desde distintas perspectivas.

Hacia los seis o siete meses el niño comienza a recordar cosas: si oye el ruido de la cuchara sabe que es hora de comer, y se ve los preparativos de la bañera sabe que es el momento del baño. Pero sólo las recuerda a medida que las va viendo.

El niño de 10 o 12 meses aprende que aquello que aparece y desaparece delante de él no es mágico, sino que se le ha caído o se ha marchado, y empieza a buscarlo. Antes sólo con taparle el chupete con un pañuelo, todo ello delante de sus ojos, ya no podía encontrarlo porque ni si quiera lo buscaba. Hacia el año será capaz de retirar el pañuelo para buscar el objeto, e incluso de jugar a esconder cosas quitándolas de su vida.

 

Volver al desarrollo del niño